¿Jordi, tú sabes de algún sitio donde...?
Creo que puedo decir, sin miedo a equivocarme, que yo conquisté a mi señora por el estómago. O por lo menos en parte. Imposible olvidar el par de pseudo-tugurios a los que la llevé al principio de mis acometidas románticas: cualquiera otra chica hubiera huido al entrar en aquellos antros -míticos para mi entonces, míticos para los dos ahora- de estética más próxima a las pelis de Torrente que a las tabernas que frecuentaba Jean Cocteau en sus años por el Chino, pero donde el comer se transformaba, como decía uno de los hijos de Julio Iglesias, en una experiencia religiosa. Yo tenía mis fuentes (estos dos lugares eran recomendaciones de mi gran amigo Uri), pero mi señora... también. Por eso, cuando ya durante nuestro primer año de relación ella quiso reconquistarme por la vía romántico-culinaria (ya sabéis: hay que regar toooodos los meses la plantita del amor para que esta no se marchite), le pegó un telefonazo a Jordi y este le dio un nombre: Cheriff.
Todos los caminos llevan a la Barceloneta
Siempre he vivido en Barcelona. Sant Antoni, Gràcia, Poblenou... barrios todos ellos encantadores, pero si hay alguno en el que siempre me hubiera gustado vivir y hasta el momento no he tenido la oportunidad, ese es el de la Barceloneta. Seguro que más de uno me diréis que es demasiado ruidoso, que hay mucha inmigración, que ya no es lo que era... puede que tengáis razón, pero el panorama que me encontraría, mejor o peor, seguro que no distaría mucho del de cualquier otro barrio de la ciudad. Me imagino que antiguamente las diferencias entre los distintos barrios de Barcelona serían bastante notables, pero hoy en día... Cosas de la globalización, supongo. Después de las infernales temperaturas de las últimas semanas, aproveché la suave sobremesa del pasado viernes para ir dando un paseo hasta el propio Cheriff, sito en la calle Ginebra, en plena Barceloneta, y hacer la foto de rigor a su fachada (podría haberla hecho el día de autos, pero teniendo en cuenta que mi cámara no es nada del otro jueves y que, dato a tener en cuenta, era de noche, lo más probable es que me hubiera salido un churro de foto). Aunque me lo sepa de memoria, este es un trayecto que cada vez que lo hago lo disfruto como si fuera la primera vez: pasear lentamente por las callejuelas de la Barceloneta mientras fijas tus ojos en esos tendederos que asoman prácticamente de todos los balcones (una imagen que me fascina y que me transporta muchos años atrás en el tiempo) no tiene precio. Y si lo rematas con una cervecita en la terraza de algún bar o restaurante, dejándote embriagar al mismo tiempo por el aroma a paella, a marisco, ¡a lo que sea! que sale de su cocina... eso ya no tiene nombre.
“Los percebes ya no son lo que eran”
Ahora tampoco os penséis que toda su clientela es así (pija, quiero decir), pues en el Cheriff yo he visto de todo, desde mindundis como nosotros a familias de tota la vida, turistas, empresarios y demás amantes del buen comer. Y hablando de comer, ¿qué se come en el Cheriff? Pues si está en la
Yo aquí sí vuelvo
Esa misma noche, el camarero de las gafas (no sé cómo se llama, la próxima vez se lo preguntaré) nos llevó hasta nuestra mesa y nos comentó que hacía como un año y medio que no veníamos. Coño, vaya memoria, le dije. Realmente no hacía tanto (unos nueve meses como mucho) pero la cuestión es que nos recordaba de anteriores visitas, lo cual es un detalle que los Pijos siempre valoramos. El servicio del Cheriff, tanto por este chaval (un tío muy cachondo que incluso compartió con nosotros unos chupitos, a los que, por cierto, invitó él) como por las otras dos chicas y el propio señor Cheriff, está más que a la altura, razón que suma a la hora de dejar una generosa propina. Se lo merecen. De verdad.Y el precio: 97,50 euros en esta ocasión. No es para nada caro, teniendo en cuenta que el pescado y el marisco frescos se pagan y que ya la media botella de champagne supone más de la tercera parte de la factura. Y si no, haced la prueba: reservad (imprescindible, casi siempre está lleno), pediros una paella con una ensalada y un par de cervezas y ya veréis que la cuenta apenas pasará de los 3o ecus por cabeza. Si es así, no hace falta que nos deis las gracias. Y si pasa un poco, los Pijos nos haremos cargo de la diferencia. Bueno, eso ¡ya lo hablaremos!
Cheriff
c/ Ginebra 15
Barcelona
933.196.984