Irán... Cuando era pequeño, las
únicas cosas que sabía de Irán eran que se trataba de un país
árabe, que siempre estaba en guerra con su vecina Irak y que lo
gobernaba un señor que daba mucho miedito, el ayatollah Jomeini.
Y no sería hasta muchos años después que comencé a situarlo en el
mapa -la geografía, mi eterna asignatura pendiente- y a enterarme
que de árabes, nada. Eran persas, y su cultura, una de las más
antiguas -y fascinantes- de la historia de la humanidad. ¿Y sabéis
cómo averigüé todo ello? Pues gracias a un cómic, un GRAN cómic.
Muchos de vosotros lo habréis leído, estoy seguro. Se llama
Persépolis y lo escribió y
dibujó una artista iraní llamada Marjane
Satrapi.
Se trata de una historia autobiográfica escrita en primera persona,
en la que la autora relata, con un estilo sencillo y directo, en
blanco y negro, los instantes previos a la revolución integrista que
consiguió derrocar al Sha de Persia para instaurar una nefasta
teocracia que todavía sigue ahí, periodo que coincide con el final
de su niñez y el inicio de la adolescencia. Si no lo habéis leído,
ya tardáis en hacerlo. Consta de cuatro álbumes, pero Norma Cómics
lo editó hace un tiempo en un único tomo en tapa dura. Desde el día en que lo leí por primera vez -bueno,
devoré sería
un término mucho más preciso-, mi interés por la cultura persa
creció exponencialmente, de ahí que, al pasear un día por mi
barrio y darme de bruces con un restaurante llamado Rincón
Persa,
ir a probarlo se convirtiera en prioridad Pija. Y así fue.
Se trata de una historia autobiográfica escrita en primera persona,
en la que la autora relata, con un estilo sencillo y directo, en
blanco y negro, los instantes previos a la revolución integrista que
consiguió derrocar al Sha de Persia para instaurar una nefasta
teocracia que todavía sigue ahí, periodo que coincide con el final
de su niñez y el inicio de la adolescencia. Si no lo habéis leído,
ya tardáis en hacerlo. Consta de cuatro álbumes, pero Norma Cómics
lo editó hace un tiempo en un único tomo en tapa dura. Desde el día en que lo leí por primera vez -bueno,
devoré sería
un término mucho más preciso-, mi interés por la cultura persa
creció exponencialmente, de ahí que, al pasear un día por mi
barrio y darme de bruces con un restaurante llamado Rincón
Persa,
ir a probarlo se convirtiera en prioridad Pija. Y así fue.
...y con
ustedes, ¡Georges Corraface!
Mi
señora y yo hemos comido en unas cuantas ocasiones en el Rincón
Persa (ella
más que yo: no sabéis la de veces que ha llevado a sus amigos),
pero si me tengo que quedar con una en concreto, fue aquella en la
que hablamos largo y tendido con el dueño. Bueno, hablar-hablar, lo
que se dice hablar, solo habló él: ¡menudo speech!
Pero valió la pena, valió mucho
la pena. De hecho, era la primera vez (y hasta el momento, la única)
que hablaba con un persa. Durante cerca de una hora, mientras nos
tomábamos uno de sus deliciosos tés verdes, nos estuvo contando un
montón de cosas sobre su país, sobre
su cultura y, cómo no, sobre
su magnífica gastronomía. Entre otras cosas, nos dijo que la imagen
que dan los medios sobre su país está muy distorsionada y que si lo
visitábamos nos llevaríamos una sorpresa muy agradable, pues la
mayoría de sus habitantes, al parecer, pasan bastante de los curas,
del impresentable Ahmadineyad
y
de todas esas historias chungas del mundo integrista. Imaginad lo que
nos impactó su relato que incluso nos planteamos muy seriamente
viajar a Irán al año siguiente, pero entre el precio del vuelo (es
caro de cojones) y las historias que leímos en varios blogs de
viajeros sobre lo simpáticos
que
eran los guardianes
de la fe del
régimen iraní, acabamos por desistir. En cualquier caso, cada vez
que vamos nos acordamos de aquel señor que, según mi señora, ya no
es el dueño, y que se parecía una barbaridad al actor Georges
Corraface.
Sí, sí, exacto, el protagonista de La
pasión turca.
Clavao, os lo juro, ¡clavao!
Las berenjenas
Tea time!
Rincón Persa
c/ Floridablanca
85
Barcelona
Tel. 934.
255.996