domingo, 15 de enero de 2012

CERA 23


Hace un par de días, mi buen amigo Marcus me preguntaba porqué mi señora y yo tenemos desde hace unos años la sana -¡sanísima!- costumbre de salir a comer los lunes al mediodía y no otro día cualquiera. Y la verdad es que no supe qué contestarle. Teniendo en cuenta que mi señora tiene clase todos los lunes por la tarde y que un servidor entra a trabajar a las 16.00, quizás no sea el día más indicado, más que nada porque vamos contra reloj, sin poder acabar de disfrutar de la sobremesa y, todavía más importante, sin poder hacer una siesta como Dios manda. Supongo que la razón principal será la pereza, pero, ¿qué más da? ¡Cualquier día es bueno para salir a comer juntos!

Como os decía más arriba, sin saber exactamente el porqué, un día nos dio por comer fuera los lunes. Pues bien, durante un par de años largos, nuestro santuario particular de los lunes fue el mítico El cau del Padró, un bar-restaurante de toda la vida ubicado en la calle Botella, casualmente en los bajos del edificio donde nació el gran escritor (e ilustre gastrónomo) Manuel Vázquez Montalbán. Si os digo la verdad, ir a currar después de haber comido allí era menos traumático: fideos a la cazuela, sopa de verduras, lentejas, flamenquines, albóndigas, paella, pescadilla... Auténtica comida casera, para entendernos. Uno salía de allí convencido de que la vida es bella y de que el planeta Tierra es un lugar maravilloso. Pero de pronto, llegó el primer lunes de septiembre del año 2009 y el Cau estaba... ¡Aaaaaargh, cerrado! Pensamos que a lo mejor aquel día no habrían podido abrir, pero iban pasando las semanas y nada, que no abrían. No sería hasta hace unas pocas semanas que nos enteramos de que los dueños volvieron a su tierra -eran gallegos, creo. Mira que irse sin avisar...

La cuestión es que nos quedamos compuestos y sin restaurante. A partir de ese momento, comenzó una especie de travesía del desierto en la que caben todo tipo de propuestas, algunas buenas (como L’hortet, un magnífico vegetariano del que otro día os hablaré con más calma), otras regulares (como el Imprevist, un sitio interesante que fue de más a menos) y otras nefastas (como fueron varias, paso de enumerarlas todas, ocuparían mucho espacio y no se lo merecen). Pero toda travesía debe tener un final. Y ese final se llama...

CERA 23

Al restaurante Cera 23 (carrer de la Cera nº 23, como para perderse) nos llevó, como suele pasar en más de una ocasión, la casualidad. El verano pasado, tras no poder comer en Can LLuís (de este también os hablaré otro día) porque estaba a reventar, seguimos por la calle de la Cera y nos topamos con este local, que habían abierto recientemente (lo sabía porque paso mucho por ahí y más de una vez me fijé en que estaban en obras). El local, que debía ser un antiguo... algo (almacén, taller, oficina..) tiene buena pinta nada más entrar, moderno pero sin pasarse. Un pasillo con un par de escalones te llevan hasta el comedor, con la cocina a la vista (buena señal) y una serie de mesas y sillas diferentes entre sí, supongo que fruto de llevar el reciclaje hasta las últimas consecuencias. En las paredes, algunas fotos que ilustran cómo montaron el restaurante (ahora no recuerdo si siguen ahí) y otras a la venta. Todo esto está muy bien, pensaréis, pero... ¿se come bien en el Cera 23? Se come muy bien. Se come jodidamente bien.

Back to basics: vuelve la cuchara


La propuesta del Cera 23 (con Guillermo y Filippo en los fogones y Carlos y Rubén en la sala) no puede ser más sencilla: cocina tradicional, de cuchara, de la de toda la vida. En estos tiempos que corren, a rebosar de franquicias vacuas y woks grasientos, no tiene precio zamparte media barra de pan mojándolo en la salsa de los mejillones a la marinera, deleitarte con sus increíbles albóndigas (Guilllermo, cabrón, ¿cómo coño las haces?), casi llorar al degustar el ¡bru-tal! lacón con patatas (olvidé deciros que son gallegos), degustar una merluza a la gallega como-Dios-manda, disfrutar un hummus recién hecho, engullir un buen platanco de patatas a la riojana con su choricico, y...

Dice Guillermo que casi todo lo que hace se lo enseñó su madre, y uno, tras probar todos y cada uno de estos sencillos (y a la vez excelsos) platos no puede sino creérselo. Las madres son sabias. Y si son gallegas, más.

De los postres no puedo hablaros porque, como ya os adelanté en la introducción del blog, siempre llego lleno y no me queda espacio para meterme entre pecho y espalda un trozo de tarta de Santiago, un poquito de Panacotta o un sabroso brownie de chocolate (esto lo sé por mi señora, que sí lo probó, y al parecer estaba de muerte).

Pero falta el remate final, la guinda: el menú de mediodía (de lunes a viernes) incluye primero, segundo, postre, bebida o café y vale... ¡8,50 euros! Como dijo un buen día el entrañable Bernd Schuster no hase falta desir nada más (por la noche, con Filippo en la cocina, únicamente a la carta, pero con precios super-ajustados). Si a todo esto, le sumamos la música de fondo (a un volumen adecuado para la conversación, que aprendan en la competencia), el buen humor (y cachondeo) que destilan todos los días, así como su cariño para con sus clientes, no podemos más que recomendar encarecidamente que algún día os dejéis caer por aquí.

Dicho todo esto, démosle gracias al Señor por el retorno de la cuchara a ésta, nuestra ciudad. Y, de paso, roguémosle para que se extienda por toda su superficie gastronómica. ¡Amén!

Cera 23
Carrer de la Cera 23
Barcelona
Tel. 607262426
www.cera23.com
reservas@cera23.com

14 comentarios:

  1. Perfectamente de acuerdo además de comer bien el ambiente es inmejorable. Pena vivir en Madrid si no seria unos de mis preferidos, pero quien sabe a lo mejor un día abrirán uno también aquí. Éxito desde luego de lo que acabo de leer no le falta.

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  2. Eran todos gallegos menos el capitan que era de Muros (de San Pedro,A Coruña) eses pescos buenos

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  3. Por cierto, olvidé comentar en la entrada que los gallegos (menos el capitán, que era de Muros) te entregan una tarjetita que van sellándote a medida que vas calzándote un menu. Cuando llevas nueve, el décimo es de gratis. Yo llevo tres, pero mi señora destaca en lo más alto de la tabla con cinco-sellos-cinco.

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  4. Y aspiro a batir el récord...

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  5. Lastima del poco respeto que tiene por las noches con los vecinos.

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  6. GRacias por este post, me ha ayudado a conocer el sitio. Si os apetece, os invito a disfrutarlo desde otra perspectiva. http://www.kedamoos.com/KfeInnovacion/kedada-4608.html

    Por cierto... os he robado la foto (con perdón...)... si me la reclamáis, os la devuelvo. Si me la prestáis, es por una buena causa.

    ¿Conocéis el Kfé Innovación?
    Tan sencillo como reunirse con un máximo de 20 personas en torno a un café para dialogar. Tan global como que esto suceda, el mismo día y a la misma hora, en distintos puntos de la geografía mundial. Tan innovador como propiciar la unión entre tertulias por redes sociales. Tan sostenible como que sea una actividad íntegramente gratuita. Tan abierto como que cualquier persona, en cualquier lugar del mundo, pueda montar una sede. Eso es Kfé Innovación.

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    1. Ningún problema por lo de la foto. Respecto a lo de tu propuesta, suena muy interesante...

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  7. Fuimos esta semana y está realmente bueno. La clavas totalmente en la descripción que haces del sitio, el personal y la comida!
    Tiramos de la opción menú y cayeron los mejillones y las albóndigas (espectaculares, como pronosticado!). La verdad que no es una calle en la cual me esperaría encontrar un sitio así.
    Estamos deseando volver.

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  8. Me alegro de que te gustara. Con este blog no pretendo hacer proseletismo, pero en el Caso del Cera, son muy buena gente y me alegraría de todo corazón de que se convirtiera en una referencia.

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  9. También reservé aquí, siguiendo tus descriptivos relatos y bellas fotos, para mayo. De hecho la foto de los mejillones es jodidamente tentadora!
    Como verás, es una luna de miel bien gastronómica la nuestra, además de turística y de lo obvio.
    gracias de nuevo
    Alejandro

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  10. ...y harás muy bien, Alejandro, os tratarán de fábula y comeréis de lujo. Palabra de Pijo.

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  11. fue genial...reservamos para un viernes y nos encantó tanto que volvimos el día siguiente, implorando por una mesa pues estaba todo reservado.
    Alta cocina, precios correctos (65 EUROS una cena p/dos con vino, comiendo entrada prato principal los dos y dividiendo un postre, y una muy biena atención

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  12. ¡Pues me alegro de que os gustara! Precisamente, esta noche hemos cenado en el Cera. Y hemos cenado muy bien, como no podía ser de otra forma. Le he leído vuestro comentario a Rubén (uno de los propietarios) y le ha hecho mucha ilusión.

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  13. ese lacón....de puta madre!, con ese aceite trufado que me emociono de sólo recordarlo!!
    Rubén es un gran anfitrión, la pasamos muy bien con todo el staff.

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