martes, 14 de febrero de 2012

A TAULA D'ENTENÇA - ¡¡CERRADO!!

La semana pasada leí un artículo muy interesante en el suplemento Cultura/s de La Vanguardia. Estaba dedicado a Paul Auster, uno de mis escritores favoritos y autor de algunas novelas imprescindibles para entender la literatura de las últimas décadas. Leviatán, El palacio de la luna, Ciudad de cristal, La música del azar... ¡Ah! Hemos dado con la palabra clave: azar. A todos nosotros, el azar nos ha deparado cosas buenas y cosas menos buenas, sorpresas agradables y otras más bien desastrosas. La de veces que habremos pronunciado la mítica expresión ¿Y si...?  A mí, es un tema que siempre me ha llamado mucho la atención. Y ojo, desde pequeño: como buen seguidor de Marvel que era -y soy-, me tragaba casi todas las colecciones que sacaban (bueno, casi todo lo que llegaba a España, quería decir). Una de ellas era What if..., una serie por la que pasaron prácticamente todos los personajes de la escudería (desde Spiderman a Lobezno, de Nick Furia a Johnny Storm, del Doctor Muerte a Daredevil...) y que partía de una idea común que siempre era la misma (¿qué hubiera pasado si...?), pero que se adaptaba a las circunstancias de cada personaje. Así, un día te encontrabas con un tebeo en el que te contaban lo que le hubiera pasado a Spiderman si no hubiera muerto su tío Ben y otro, en el que te hacían reír de lo lindo con un supuesto tan delirante como el de qué hubiera sucedido si el equipo original de Marvel Comics se hubiera convertido en los 4 Fantásticos (¡!). Años más tarde, cuando leí Leviatán, de Paul Auster, retomé el interés por el azar, pues este es una constante en su obra: a partir de algún acontecimiento casual, se generan una sucesión de hechos imprevisibles que nos llevan de un lugar a otro en dos nanosegundos. Una decisión te lleva a un sitio, pero, a la vez, te aleja de otro, y así sucesivamente. Desde que comencé a leerle, no hay día que no me plantee situaciones del tipo si no me hubiera parado en el kiosko, no se me habría escapado el metro, pero entonces no habría podido escuchar esa canción tan chula que sonaba por el hilo musical del andén y seguramente no habría descubierto a un artista magnífico del que ya me he comprado media discografía y que me permitió entablar conversación con aquel compañero del curro que... y así hasta el infinito. La verdad es que es un recurso ¡muy! a tener en cuenta cuando te sobreviene el aburrimiento. Pero también es muy interesante planteártelo en sentido inverso: ¿cómo he llegado hasta aquí? Es justo la pregunta que me hice hace un par de días al salir del A Taula d’Entença. ¿Cómo he llegado hasta aquí?


La vida te da sorpresas...


Tras estrujarme los sesos un buen rato -un par de días, concretamente- fui desandando el camino hasta este bar-restaurante del Eixample izquierdo, tocando ya al barrio de Les Corts. Recuerdo que la primera vez que cenamos aquí fue a raíz de una sorpresa que quería darle a mi señora, la cual vino motivada por una reseña no muy llamativa del local en cuestión en las páginas de gastronomía de El Periódico. ¿No muy llamativa? Así es. De hecho, tras leerla pasé de página, pero algo, algún detalle, debió quedarse en mi memoria en estado latente, puesto que unos días después, al ir a tirar ese suplemento a la basura, me acordé de aquel sitio de los arroces y volví a leérmela, esta vez con más detenimiento. A partir de ahí, la investigación y la reserva de mesa fueron todo uno. ¿Y si no hubiera hecho caso a mi instinto y hubiera tirado aquellas páginas? ¿Lo hubiera acabado conociendo igual? ¡Quién sabe!

Como acabo de decir un poco más arriba, el A Taula es un sitio de arroces. Y a mi señora y a mí nos chiflan los arroces. Caldosos, al horno, salteados, camperos, en paella... da igual cómo los preparen, nos gustan todos. Pero los del A Taula son diferentes, más que nada por que no los hacen en casi ningún otro sitio de Barcelona. Son los... ¡rossejats!


¡Pals, Pals, Pals!


Tras haber catado uno de sus rossejats, es imposible sacarte de la cabeza la palabra Pals. Según nos explicó una vez Xavier, el simpatiquísimo dueño del restaurante, los hacen al estilo de Pals, un pueblecito de la Costa Brava, en pleno Empordà. Y a todo esto, os preguntaréis... ¿qué es un rossejat? Un rossejat en una cazuelita de arroz de origen marinero -de ahí que la mayoría se hagan con pescado o marisco- cuya particularidad es haber sido dorado previamente en aceite (lo que en catalán se conoce como rossejar) antes de añadirle el agua o el caldo, para rematarlo finalmente en el horno. Ni qué decir tiene que el resultado es espectacular. Pero no adelantemos acontecimientos...

Hacía ya unas cuantas lunas que mi señora y yo queríamos volver a disfrutar de un buen rossejat, así que convocamos al Boney-team (formado por Sònia, Ka, Dani, mi señora y yo) y para allí que nos fuimos.

Pese a que llegué con media hora de retraso (tiempo que el resto del equipo aprovechó para echarle un vistazo a la carta) encontré la mesa sin ninguna dificultad. Hay que decir que el A taula es un local bastante grande. Nada más entrar, te encuentras una gran barra a mano izquierda (la cual me imagino que cada mañana se llenará para desayunar, luego os digo el porqué) y un comedor de las mismas dimensiones a mano derecha (lo que antiguamente era la zona de No-fumadores), ambos espacios están recubiertos de madera un poco oscura, lo que le da al local un aire muy acogedor. Una vez llegas al fondo, giras a mano derecha y te das de bruces con el comedor principal, cuyas paredes están decoradas con unas fotos muy bonitas en blanco y negro, tamaño king-size, de diversos parajes del Baix Empordà, entre los cuales no podían faltar la playa de Sa Tuna y, cómo no, los molinos de Pals.

La carta es muy extensa, llena de tapas -nosotros hemos catado una pequeñísima parte de ellas, no te las acabas-, flautas (unos bocatas largos y estrechitos, las reinas de la barra a la hora del desayuno), platillos, carnes, pescados y los imprescindibles rossejats. Además, tienen un buen número de menús que te permiten, si lo deseas, hacer una serie de combinaciones con las que acabar comiendo un poco de todo. El resto del team se dejó aconsejar por mi señora (era la primera vez que venían) y aceptaron a ciegas sus sabias directrices. Pidieron un pica-pica de primero y cuatro rossejats de segundo. El pica-pica, que constó de un plato de gírgolas al ajillo, uno de croquetas de jabugo, una ración de tortilla de patatas y uno de flautas de pan con tomate, estuvo bien, pero las raciones fueron demasiado pequeñas, las cosas como son. En cualquier caso, el plato estrella estaba por llegar, y una vez que estuviera en la mesa, nadie iba a acordarse de lo que habíamos comido unos segundos antes. Literal.


Perdona, ¿decías?


Esta es la frase con la que mi señora y yo nos echamos unas risas cada vez que estamos disfrutando de una buena comida: reina el silencio y alguno de los dos lo rompemos con este gran chascarrillo. Y me parece que a partir de esta ocasión se ha institucionalizado dentro del Boney-team: nadie estaba muy por la labor de hablar, las cucharas iban volando por la mesa, rossejat arriba, rossejat abajo. Y es que estas cazuelitas de arroz están de muerte, ¡son un auténtico manjar de dioses! Y si no os lo creéis, mirad las fotos, mirad:

 

Rossejat de chipirones y ajos tiernos. Eché a faltar un poco de bicho, pero aún así, un grande entre los grandes.

 

Rossejat de romesco y langostinos. Una absoluta maravilla. El favorito de mi señora. Y de parte del equipo.

 

Rossejat negro con calamarcitos. El tapado. Nadie esperaba que estuviera tan jodidamente bueno. Campeón ex aequo con el de romesco.

 

Rossejat de almejas con ajos y guindilla. Mi favorito. El bicho que eché a faltar en el de chipirones lo metieron aquí (y además de verdad: ¡se me caían las lágrimas!). Muy grande.


Si os soy sincero, mientras estábamos ya por el café, le daba vueltas a porqué pidieron cuatro  rossejats si éramos cinco. No es que me quedara con hambre, pero no me hubiera importado (y creo que hablo por todo el equipo) que hubieran pedido uno más, y ya puestos a elegir, que ese hubiera sido el de rodaballo o el de, ¡slurpsss!, bogavante, ambos en lista de espera desde hace demasiado tiempo. De todas formas, todos pasamos directamente al café, señal de que todo el mundo prefería pasar la tarde con una sonrisa y no con una pesada digestión. ¡Hay que saber parar a tiempo!

Bebimos (bebieron, mejor dicho) una botella de Hermanos Lurton Rueda y yo, mi sempiterna cerveza sin alcohol. Si le sumamos una botella de agua de litro y medio y los cafés, la comida nos salió por 103,65 euros, esto es, a poco más de 20 euros por cabeza, un precio im-ba-ti-ble.


Gracias, azar

Volviendo a lo que decía al principio, una decisión tan aparentemente inocua como tirar o no tirar un diario, leer o no leer una reseña, tiene como consecuencia, unos años después, una comida apoteósica en compañía de buenos amigos. Puede que antes o después hubiéramos acabado en el A Taula, es posible. Pero... ¿y si no hubiera sido así? Menos mal que no tiré el diario, ¡menos mal!





A Taula d’Entença
c/ Entença 206
Tel. 933.221.365
www.ataularestaurant.com

8 comentarios:

  1. Se me acaba de hacer la boca agua viendo las fotos y leyéndote... me lo apunto!!!!!
    Patri (anónima)

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  2. muy descriptiva y divertida tu forma de escribir... mi luna de miel incluye Barcelona en mayo y estoy devorandome tu blog, y ya voy a devorarme tb esos rossejats!! (bien cerquita de los apts donde voy a hospedarme).
    un abrazo y gracias por compartir estos "secretos".
    Genial tb la idea de fotografiar la cuenta...gracias en nombre de todos los que te leemos.
    alejandro

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  3. Muchas gracias por tus palabras, Alejandro, son un gran acicate para continuar compartiendo con todos vosotros esos pequeños-grandes templos del comercio y del bebercio. Por otra parte, no puedo imaginarme una mejor forma de rematar tu luna de miel que comiendo, ¡devorando!, un buen rossejat del A Taula. Si me permites una recomendación, pidiéndote el de almejas y bicho triunfarás más que la Coca-Cola.

    Dicho esto... ¡Vivan los novios!

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  4. La verdad es que son realmente espectaculares..tío, yo tengo que quedar contigo en Barna para ira comer a algún sitio de estos, me vas a hacer muy feliz!! A veces no consigo encontrar a nadie que difrute tanto de la comida como yo, pero creo que tu ers de los míos!!! Yo moriré con la tripa llena, será una muerte dulce y feliz!

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  5. ¡Eso está hecho, compadre! Aquí te esperamos, tanto los Pijos como sus templos.

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  6. lamento informar que al llegar a Taula (aún habiendo reservado vía el tenedor) éste se enocntraba CERRADO POR REFORMAS el 4 de Mayo 2013.
    Me quedé con las ganas, tenía mucha expectativa con esos rossejats.
    Lo que más me molest es no haber sido avisado (ni por Taula ni por Tenedor), desplazándome al sitio sin ningún sentido, y teniendo que resolver una cena programada en una de apuro, con la consecuente mala elección.
    gracias igual por la sugerencia, se debe comer muy bien

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  7. Pues vaya putada. De verdad que lo siento, por el chasco y, sobre todo, porque no hayáis podido catar sus magníficos rossejats. No entiendo cómo un sitio así es incapaz de informar del cierre temporal (y de no comunicarlo a El Tenedor, todavía menos). En fin... ¡espero que cuando volváis por aquí tengáis más suerte!

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