domingo, 29 de enero de 2012

DOCAMAR


¿Habéis escuchado en alguna ocasión a Nick Lowe? Para aquellos que no le conozcáis, deciros que es un músico y compositor británico de 62 años y que está facturando sus mejores discos en su madurez, entre ellos el magnífico At my age. De hecho, fue gracias a este álbum que me hice fan suyo. Ya lo conocía –si eres, como yo, seguidor de Elvis Costello, has de saber quién es Nick Lowe-, pero no fue hasta que escuché A mi edad que re-descubrí a un tío grande, a uno de los grandes.

No sé si os pasa lo mismo, pero cuando un disco me cautiva (hablo de esos que te acompañan obsesivamente desde que te levantas hasta que te acuestas), siento la necesidad imperiosa de verlo en directo, y si es en la gira de ese mismo disco, mejor (así tendrás más posibilidades de que toque el disco casi entero. Si lo ves en una gira posterior, lo más seguro es que la mayoría de esas canciones ya no las toque. Cosas del negocio…). Desde que me enganché a At my age, recé y recé para que se dejara caer por Barcelona. Y vino… pero para acompañar al pesado de Ry Cooder. Esa no valía. Poco después, se acercó hasta Vilanova para hacer un solo-show en el festival Faraday, pero no pude ir por motivos laborales. Y en eso que cuando parecía todo perdido, a finales del verano pasado, se anuncia que aprovecharía un pequeño descanso en su gira americana (en la que telonea a unos tales Wilco) para hacer tres bolos ¡con banda! en España. Las ciudades agraciadas fueron Madrid, Valencia y otra que no recuerdo. No era cuestión de dejar pasar más oportunidades (no quiero que suene cenizo, pero en el año 2000 decidí no pasarme por el Razz-3 a ver a Elliott Smith y…), así que me lié la manta a la cabeza, lié a su vez a mi señora y para Madrid que nos fuimos. ¿Y porqué a Madrid, os preguntaréis, teniendo Valencia más cerca? Muy sencillo: el Museo del Prado –y su exposición temporal sobre el museo del Ermitage- está allí. ¿Únicamente por eso? Pues no. Por eso… y por el Docamar.

Gracias, Google

Al Docamar lo descubrí, al igual que los dos restaurantes ya comentados hasta la fecha en el blog, por casualidad. Un viernes por la noche, mientras cenaba, me puse a hacer zapping y acabé en Cuatro. En ese momento estaban echando una edición de Callejeros dedicada a bares famosos (o casi) de la capital del reino. Lo pillé ya comenzado, justo en el momento en el que estaban hablando de un lugar donde de podían comer las mejores patatas bravas de Madrid. ¿Las mejores? Como le dije una vez a mi amigo Marcus, las mejores patatas bravas no existen, están por descubrirse. En cualquier caso, el garito tenía muuuuy buena pinta. No me pude quedar con el nombre, pero sí que estaba en la calle Alcalá para arriba. Tirando de San Google (¿cómo lo hacíamos antes de Google para buscar información? ¡No hace tanto de eso!), en unos breves instantes localicé el local en cuestión: se llamaba Docamar y estaba en el número 337 de la madrileña calle de Alcalá (lo sé, da mucha rabia lo de la madrileña, pero es que no he podido evitarlo). Imaginaos lo célebre que es el sitio que incluso tienen página web (muy chula, por cierto). Ni qué decir tiene que tras el reportaje de la tele y mi pequeña investigación, Docamar se convirtió de forma instantánea en un must en toda regla. De este modo, cuando ya teníamos las entradas para el concierto y los billetes de avión, tenía muy claro que una visita al Docamar iba a caer. Tenía que caer.

¿Hoy es viernes? ¡Seamos malos!

El Docamar está en pleno distrito de Ciudad Lineal, en el muy madrileño barrio (¡¡no lo puedo evitar!!) de Quintana. No sé si habéis pasado alguna vez por allí, pero una vez sales de la estación de Metro de Quintana, te da la impresión que estás por los alrededores de la plaza Virrei Amat. ¡Es igual, os lo juro! Tras subir unos números la calle Alcalá, giramos la vista hacia la izquierda y allí estaba. Nada más acercarnos a su puerta, las sensaciones que tuve fueron muy positivas, basadas todas ellas en su emplazamiento. ¿Qué tiene de particular, os preguntaréis? Pues que los negocios que hay a su alrededor son la carnicería José Luis, la mercería Mariví y la ferretería Fernández (los nombres me los acabo de inventar), negocios todos ellos populares, sitos en un barrio de currelas. Y allí donde hay currelas, como dice mi buen amigo Isaac, se come bien. Porque, a ver: los bares de tapas buenos, ¿dónde están, en el Paseo de Gracia o en Hospitalet? ¿Entendéis lo que quiero decir, no?

Una vez dentro, ambiente de bar de toda la vida y un señor muy amable nos indica que si vamos a comer, podemos subir al salón de arriba. Tuvimos suerte de poder sentarnos, porque tiene pinta de llenarse mucho (de hecho, cuando nos fuimos estaban todas las mesas ocupadas). La verdad es que dentro se está muy a gusto. El mobiliario es moderno, pero funcional, nada de virguerías, con mantelitos de papel personalizados (ver foto) y el ambiente, agradable -me imagino que los días que hay fútbol puede ser un infierno, pero eso pasa en todos, me temo. Un camarero como los de antes (como diría el ministro Arias Cañete) nos trajo la carta. Aunque ya sabíamos adonde íbamos, comer en un sitio como el Docamar el mismo día de un concierto es, cuando menos, arriesgado, pues la carta está compuesta, casi en exclusiva, por platos rayando lo insano: choricitos, calamares a la romana, pulpo, chocos, chistorra, huevos rotos, morcilla y, por supuestísimo, las patatas bravas. Ante esta oda a la grasa y a la fritura (que no fritanga, no es lo mismo), uno debe dejarse de mariconadas e ir a darlo todo. Y así lo hicimos: cuando la frase cuidado con el colesterol no significa absolutamente nada para ti, hay que dar rienda suelta a tus instintos más bajos y pedirte unas bravas, unos huevos rotos, unos choricicos y unos calamares a la romana.

Todo estaba de rechupete: las bravas, muy buenas, en su punto de cocción –lo que os decía de la fritura- y con una salsa quizás un pelín suave –a mi señora le gusta así, que no pique mucho- los choricitos en su punto, nada secos, los calamares tremendos –en ningún sitio de España los fríen como en Madrid- y los huevos rotos… buff. Huevo, zorza (carne adobada, para entendernos), patata… Como dicen por la zona de Cádiz, estaban para chillarles.

Tras rematar la faena con un café –para nuestra vergüenza, admitir que no pudimos acabarnos los calamares y los choricitos, pues las raciones son bastante generosas-, y departir con el camarero como los de antes –un señor muy simpático, por cierto, que se mostró muy agradecido por el hecho de que, viniendo de tan lejos y habiendo tanta oferta similar en Madrid, hubiéramos escogido el restaurante donde él trabaja-, enfilamos la calle Alcalá para abajo, dispuestos a caminar un buen ratito para poder bajar lo antes posible el festín grasiento que nos acabábamos de meter entre pecho y espalda. Ah, y respecto al precio, a la altura: cuatro raciones –insisto- generosísimas, dos bebidas y dos cafés, 30 euros en total. Visto lo visto –mejor dicho, comido lo comido- nos pareció muy, pero que muy ajustado.

At my age

Dicen que sarna con gusto no pica. O que lo que no mata engorda. Pues es verdad: comimos tan bien, que lo que temimos que iba a ser un via crucis gástrico, se fue convirtiendo, siestorro mediante, en una tarde apacible. Y todavía quedaba lo mejor: ver – y escuchar- a Nick Lowe a un par de metros de distancia. El concierto, como no podía ser de otro modo, fue mágico, muy grande, casi dos decenas de magníficas canciones –versión de nuestro querido Elvis Costello incluida- que nos transportaron literalmente a otro mundo. Mejor, por supuesto.

Tras salir de la sala Kapital y volver a pata a nuestro muy cutrongo hostal en el centro de Madrid, todavía tuvimos tiempo de encontrar hambre donde –parecía que- no la había y cascarnos un bocata en una conocida franquicia de bocadillos cada-vez-más-infumables. Y, ojo, que aquí el amigo todavía tuvo los santos huevos de pedirse… ¡una de patatas! Si aquel día no se me puso cara de tubérculo…


Docamar
Calle Alcalá nº 337
Madrid
Tel. 913.678.317
www.docamar.com


P.d.

Os dejo un video de nuestro admirado Nick Lowe. Que lo disfrutéis.


16 comentarios:

  1. En mi próxima visita a la capital del reino ya tengo un lugar más que visitar...

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  2. Jajaja,muy bueno el post. Las bravas del Docamar son lo mejor, pero yo he de decir que mi experiencia con Nick Lowe no fue en Madrid, que es donde vivo, tuve la suerte de verle hace dos veranos en Sos del Rey Católico, en el festival LunaLunera, festival que se han cargado, una pena porque se hacía en la lonja medieval y el marco era incomparable. Buscad fotos, os encantarán.
    Al Docamar tengo que ir en breve, que lo tengo al lado y no tengo perdón.

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    1. ¡Te envidio! El Luna Lunera era -supongo- uno de esos festivales a los que da gusto acudir porque está organizado por gente que ama la música, muy lejos de entornos tan perjudiciales para la salud mental ¡y el bolsillo! como el Primavera Sound.

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  3. El Docamar es impresionante, pero si me lo permitís os diré que también merece mención los locales de "Las bravas". Hay como 3 o 4 locales todos ellos en el entorno de Sol (calle de la Cruz). Las bravas están ahí, ahí con las de Docamar.
    En cuanto a la salsa tanto en un sitio como en otro unos días está más fuerte y otros un poco menos. Por si alguien no quiere probar las patatas decir que además puedes pedir la tortilla de patata con salsa brava o las alitas de pollo quedan con un punto impresionante.
    Yo no he ido nunca a la hora de la comia a estos sitios, suele ser más bien para cenar y he de decir que tanto el Docamar como Las Bravas suelen estar hasta la bandera, sobre todo en fin de semana.
    Ah, otra cosa, si no recuerdo mal Docamar cierra por vacaciones en Agosto

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    1. El mismo día de nuestra visita pasamos por delante de uno de los locales de Las Bravas que, como comentas, está por la zona de Sol. Tenía buena pinta, pero lo dejamos para otra ocasión: si llego a comer más bravas me dan varias gastroenteritis seguidas.

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  4. Os recomiendo, la "oreja" del Docamar, soy del barrio, hacerme caso ;)

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  5. Grandioso! Siempre que vuelvo a Madird, cae una visitilla!!

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  6. Cuando volvais al Docamar, si os gustan picantes... pedir una de bravas CASTIGADAS. Ah! y una tortilla con queso de cabrales. Mmmmmmmmm

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  7. Bueno,bueno,bueno,veo,amigos que muchos no sois de Madrid y a mí como madrileño me encanta comprobar que os gusta y que disfrutáis de mi ciudad que es tan mía como vuestra;tan solo haceros un comentario para vuestra información, y es que si os ha gustado el "Doca" deberíais haberlo conocido en otra época...Antes si se podían llamar raciones..pero eran otros tiempos.
    Creo,y es opinión personal, que se han subido a la parra y han pasado de ser el bar del barrio al bar Chik,pero cuidado,LAS MODAS PASAN.
    Está muy bien modernizarse he innovar pero sin perder la esencia.
    De todos modos me reitero,me alegra enormemente que conozcáis y disfrutéis Madrid

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    1. Madrid -al igual que el resto de España- está siempre ahí, no cabe duda. Y es que se come muy bien y la gente es muy maja, para qué nos vamos a engañar. Respecto a lo que dices de la esencia, te entiendo perfectamente: la de locales de barrio que han dejado de ser un poco "nuestros" en aras del dinero y de la fama. Pero eso no quita que en la mayoría de ellos se siga comiendo bien, como en el propio Docamar.

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    2. OK,Un cordial saludo,Quizas algún día coincidamos en el "Doca"

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  8. Hola, Amigo. Interesante tu blog, aunque yo sea aficionado al folklore latinoamericano. Solo un apunte: la próxima vez que vengas a Madrid, si no es en Agosto, tienes que ir a un sitio que está cerca del Docamar, que se llama A Conchiña. Después de probar las bravas de A Conchiña, las del Docamar te parecerán una maldita estafa. Como me parecieron a mí. Además, ese sí que está tirado de precio, ya que con cada consumición te ponen una tapa de bravas muuucho más grande que la del Docamar, aunque tienen también otras cosas para tapear. Además, como cosa adicional a las tapas, de vez en cuando ponen bandejas rectangulares de las que también puedes picar. Está situado en la calle Benidorm, justo al lado de la Iglesia que hay en Quintana. Saludos cordiales.

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    1. Ni que decir tiene que tomo nota de tu recomendación, querido Pijo anónimo. Cuando las pruebe ten por seguro que dejaré mi opinión por aquí. ¡Un saludo y gracias!

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